Lo que el corazón escribe cuando nadie mira.

Prólogo

Amornura: versos escritos desde donde más duele y más sana

No sé en qué momento exacto comenzó este libro. No sé si fue una noche de insomnio en la que mi alma se puso a escribir sin permiso, o una tarde cualquiera en la que me senté a sentir sin prisa. Lo que sí sé es que estos versos no fueron escritos con la cabeza. Nacieron desde otro lugar. Uno más hondo. Más íntimo. Más frágil también. Y quizás por eso, más verdadero.

Durante mucho tiempo, me debatí entre dos fuerzas: el amor inmenso que llevo dentro, y la ternura que me nace cuando veo a alguien romperse, como yo me he roto tantas veces. De ahí nació una palabra que no existía —pero que ahora vive conmigo—: amornura.

Amornura es ese tipo de amor que no aprieta ni exige. Que no te pide que seas perfecto, ni fuerte, ni valiente. Es el amor que te abraza en medio de tus ruinas, que se sienta contigo cuando no tienes ganas de hablar, que te acaricia incluso cuando no sabes recibir. Es el amor con ternura. La ternura con amor. Amornura.

Y así son estos versos. A veces desgarrados, a veces suaves. A veces llenos de luz, y otras escritos desde la sombra más densa. Pero todos, sin excepción, llevan algo mío. Una emoción vivida, una herida abierta, una esperanza reconstruida con palabras.

No son poemas técnicos. No buscan rima, ni perfección. Buscan verdad. Buscan tocar el alma de quien los lea, como si dijeran: “Aquí estoy, yo también sentí eso. No estás solo.”

Quizá este libro no sea un libro. Quizá sea un refugio. Un rincón donde uno pueda sentarse a llorar tranquilo, o a sonreír por dentro. Un lugar donde puedas reconocerte, incluso cuando no sepas quién eres del todo.

Aquí hablo del amor, del desamor, de la espera, del dolor, de la ternura que salva, de la tristeza que enseña, y de los silencios que también son palabra.

Gracias por abrir estas páginas. Gracias por dejarme acompañarte con mis versos. Y, sobre todo, gracias por atreverte a sentir, que hoy en día es un acto de valentía.

Ojalá que, entre palabra y palabra, encuentres algo que te abrace. Ojalá que, en algún verso, te sientas en casa.

Con toda la amornura que puedo darte,

Martín